El tendón del Cosmonauta

XXXI

I believe a leaf of grass is no less than the journey-work of the stars,
And the pismire is equally perfect, and a grain of sand, and the egg of the wren,
And the tree-toad is a chef-d’oeuvre for the highest,
And the running blackberry would adorn the parlors of heaven,
And the narrowest hinge in my hand puts to scorn all machinery,
And the cow crunching with depress’d head surpasses any statue,
And a mouse is miracle enough to stagger sextillions of infidels,
And I could come every afternoon of my life to look at the farmer’s girl boiling her iron tea-kettle and baking shortcake.

I find I incorporate gneiss, coal, long-threaded moss, fruits, grains, esculent roots,
And am stucco’d with quadrupeds and birds all over,
And have distanced what is behind me for good reasons,
And call anything close again, when I desire it.

In vain the speeding or shyness;
In vain the plutonic rocks send their old heat against my approach;
In vain the mastodon retreats beneath its own powder’d bones;
In vain objects stand leagues off, and assume manifold shapes;
In vain the ocean settling in hollows, and the great monsters lying low;
In vain the buzzard houses herself with the sky;
In vain the snake slides through the creepers and logs;
In vain the elk takes to the inner passes of the woods;
In vain the razor-bill’d auk sails far north to Labrador;
I follow quickly, I ascend to the nest in the fissure of the cliff.

Walt Whitman. Canto a mí mismo. Hojas de hierba.

XXXI

Creo que una hoja de hierba es tan perfecta como la jornada sideral de las estrellas,
y una hormiga,
un grano de arena
y los huevos del abadejo
son perfectos también.
El sapo es una obra maestra de dios
y las zarzamoras podrían adornar los salones de la gloria.
El tendón más pequeño de mis manos avergüenza a toda la maquinaria moderna,
una vaca paciendo con la cabeza doblada supera en belleza a todas las estatuas,
y un ratón es milagro suficiente para convertir a seis trillones de infieles.
Descubro que he asimilado
granito,
carbón,
musgo,
frutos,
semillas,
raíces…..
y que todo mi cuerpo está impregnado
de cuadrúpedos
y de pájaros.
He dejado allá lejos, por razones esenciales, las formas inferiores
pero puedo hacerlas volver a mi cuando quiera.
Y es inútil la violencia o la timidez,
inútil que las rocas plutónicas me lancen su fuego cuando me acerco,
inútil que el mastodonte recule y se esconda bajo el polvo de sus huesos,
inútil que el mar se hunda y los grandes monstruos se agazapen en el fondo del agua,
inútil que el águila se albergue en el picacho que rejonea a las estrellas,
inútil que se arrastre la serpiente entre las lianas y los troncos,
inútil que el antílope huya por las veredas escondidas del bosque,
inútil que las alcas de pico afilado naveguen hacia el norte lejano del Labrador…
yo lo sigo rápidamente y subo hasta el nido en lo abrupto del acantilado.

Traducción de León Felipe.

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Cuando veo El cosmonauta, siento que medio Whitman está  ahí dentro, zarandeando las hojas en lugar del viento, creando con soplos las ondas en el agua, alimentando los rayos de luz que se cuelan oblicuos entre la maleza.

Quizá sea una tormenta, que arrecia durante ocho días,
ocho semanas,
ocho años,
ocho vidas;
la cordura, las sonrisas, la hazaña de ser un héroe.
O puede que, como escribió Borges en Ficciones (1944), haya transcurrido ya todo el tiempo y que nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y mutilado, de un proceso irrecuperable (sic).

Sé que son años de árboles y vida, y que cualquier ejercicio con una estructura narrativa inusitada, el razonamiento puede llevarnos a engaño, a caer en comparaciones o ver créditos cercanos; aunque yo, entre los bosques rusos, la decrepitud arquitectónica y el resplandor del agua, me parezca más juicioso equipararlo a Tarkovsky. El agua nunca corre tan serena como con el ruso.

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Hay minúsculos detalles, pequeñas orillas a las que acercarse, extraños meandros para perderse en sentimientos no vocalizados, en posturas y miradas tan perfectas como la jornada sideral de las estrellas.

Es el espacio tan sencillo… tan parco en palabras, tan perfecto en su estructura infinita. ¿Somos capaces de abarcarlo todo? ¿Podemos descifrar sus movimientos orbitales y los juegos de minúsculas partículas rebotando, y mirar hacia otro lado cuando podemos tocarnos?

¿Dónde somos felices?

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Al final, un minúsculo tendón, avergüenza el cohete más sofisticado.

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2 respuestas a El tendón del Cosmonauta

  1. Anónimo dijo:

    ¿Dónde? Junto a los astros y estrellas que iluminan y componen nuestro universo particular

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